VIAJE A LA HABANA
Una vez entraron de arribada al puerto de Elantxobe unas lanchas de Bermeo, y sacaron a tierra firme los remos, velas, palos y demás cosas, salvo los cestos.
Un anciano volvió a su bote a dormir. Era fumador.
En esto llegaron a la lancha dos mujeres, vestidas con sayas rojas, mientras el anciano dormía. Soltaron las cuerdas y empezaron ambas mujeres a remar y a decir “a cada palada cien leguas” y llegaron a La Habana. Entonces saltaron a tierra ambas mujeres y mientras hacían sus cosas, también el anciano saltó y después de arrancar una rama a un árbol de La Habana, volvió presto a la lancha y empezó a fumar la pipa.
Llegaron, por fin, las dos mujeres, y empezaron a decir entre sí.
– Aquí hay olor a pipa: ¡Um! ¿habrásenos entrando algún hombre?
Al oír esto, el anciano estuvo en silencio, silencio, muchachos! temiendo le descubrieran.
Sin más, empezaron otra vez a remar, y antes de la madrugada llegaron a
Elantxobe.
El anciano mostraba la rama verde del árbol para convencer a sus compañe- ros de que había estado en La Habana aquella noche.