LA CUEVA DE LA MORA

LA CUEVA DE LA MORA

La zona sur de Nafarroa no es tan rica en leyendas como la zona norte. Esto puede que se deba a dos motivos principalmente: que es una región poco poblada y que, a lo largo de la historia, ha existido un mayor contacto que en el resto de Euskal Herría con otras poblaciones no vascas: romanos, godos, musulmanes...

En todo caso, en las leyendas de esta zona los protagonistas suelen ser musulmanes y cristianos, como consecuencia de la larga convivencia entre los dos pueblos.

Cerca de la localidad de Fitero, en lo alto de una escarpada roca, dominando el valle por donde cruza el río Alhama, se encuentran las ruinas de un antiguo castillo. A orillas del río hay una cueva profunda llamada “Cueva de la Mora”, la cual, según creencia popular, se comunica con el castillo por medio de un pasadizo subterráneo.

En tiempos de la dominación árabe, el castillo estaba ocupado por soldados musulmanes. Las luchas entre ellos y los navarros eran muy frecuentes.

En el curso de una de estas batallas, un jefe de los navarros fue herido, hecho prisionero y encadenado en un calabozo. Hubiese muerto sin la ayuda de la hija del alcaide de la fortaleza. Los dos se enamoraron, como suele ocurrir en este tipo de historias.

Pasados algunos meses, la familia del prisionero pudo reunir el rescate y liberarlo.

De nuevo en su casa, el joven navarro no podía olvidar a su amada, y decidió entonces organizar una batida contra el castillo, a fin de apoderarse del mismo y volver a reunirse con la joven.

El intento tuvo éxito. Los navarros conquistaron el castillo, hicieron huir a los soldados que lo defendían y los dos enamorados pudieron reunirse de nuevo. Pasaron unos días en los que la dicha de los amantes fue total, pero, mientras tanto, los musulmanes habían conseguido refuerzos y regresaron con la intención de recuperar el castillo. Los navarros se defendieron con furia y valor, pero eran menos numerosos que

sus adversarios, y esta vez la victoria fue para los musulmanes.

El joven jefe de los navarros fue herido durante la pelea y, al ver lo que ocurría, la joven enamorada corrió hacía él, y con mucho esfuerzo lo arrastró hasta un pasadizo secreto, llevándolo hasta una cueva a orillas del río. Una vez allí, trató de curarle la herida, pero el guerrero sangraba mucho y necesitaba agua, así que cogió su casco para recoger un poco de agua del río.

Entretanto, los vencedores buscaban en el castillo a la hija del alcaide, que había desaparecido, pero, claro está, no la encontraron. En eso, uno de los vigilantes observó, desde la almena, brillar el casco del navarro y, creyendo que era un enemigo que intentaba huir, disparó una flecha. El arquero tenía buena puntería y dio en el blanco. La joven enamorada fue herida de muerte. Arrastrándose, consiguió llegar hasta la cueva y cayó

muerta al lado el hombre que amaba, el cual también murió después de acariciar el largo cabello de la muchacha.

Los cuerpos quedaron allí, mientras sus almas encontraban la paz que en vida no hallaron. Desde entonces, se ha visto una hermosa doncella mora vestida de blanco que, con una jarra bajo el brazo, se dirige al río, llena la jarra de agua y regresa a la cueva. Muchos creen que es el espíritu de la joven enamorada y nadie se atreve a entrar en dicha cueva.

Toti Martinez de Lezea. Leyendas de Euskal Herria