EL CASERO Y LOS GALTXAGORRIS
Cuentan en Kortezubi (Vizcaya) que un hombre compró unos Galtxagorri para realizar unas labores en su caserío.
Abrió el alfiletero y les ordenó hacer el trabajo, los genios lo cumplieron de inmediato. Después les mandó otro que también realizaron en seguida. Al finalizar el tercer mandato, los duendecillos preguntaron de nuevo qué podían hacer.
El dueño, ya cansado de ellos, les ordenó que trajesen agua en un tamiz. Como no pudieron realizar tal labor los Galtxagorri se retiraron.