EL BURRO, EL PERRO, EL GATO, EL GALLO Y EL CARNERO

EL BURRO, EL PERRO, EL GATO, EL GALLO Y EL CARNERO

Había en una casa, un burro, que de puro viejo, ya no servia para el trabajo.

El criado convenció al amo para que lo matase de una vez, y asÍ, se ahorraba su comida.

El burro, que había oído la conversación, se escapo de la casa y se echo a andar por un camino adelante.

En esto, se encontró con un perro.

-¿Como es que no ladras? -1e pregunto extrañado el burro.

Como quieres que tenga humor para ladrar -respondió el perro-, si mañana me van a matar por viejo.

E1 burro le animo:

—Vente conmigo.

Fueron andando y andando, y, mientras andaban, se iban contando sus desventuras. De pronto, observaron a un gato que, en la ventana de una casa, mayaba con acentos lúgubres.

El burro y el perro le preguntaron con interés:

-¿Qué te pasa para estar tan triste?

-Como no queréis que este triste si la mujer del amo ha prometido matarme por haberle robado un trozo de carne.

El burro y el perro se miraron extrañados.

-¡Ya ves que coincidencia! -·1e contestaron-. También nosotros andamos metidos en un lío parecido. Únete a nosotros, que siempre sera mejor huir que morir.

Habían caminado ya un largo trecho tos tres animales en perfecta armonía.

Serian, aproximadamente, las doce del mediodía cuando, bajo unas bardas. avistaron a un flamante gallo, cuyo porte altivo contrastaba con su mirada lánguida y su total silencio no interrumpido ni por un tímido Kukurruku.

Espoleados por la curiosidad, los tres animales se acercaron al gallo para preguntarle:

-¿Qué haces ahí, a estas horas y bajo las bardas, sin encrespar el cuello para gritar un kukurruku?

- ¿Como quieres que cante, si mañana. a estas horas, me espera una cacerola sobre el fuego?

También en esta ocasión, los tres animales invitaron cordialmente al gallo:

- Olvidate de la cacerola y vente con nosotros, que más vale una vida arriesgada que una muerte segura.

Pusiéronse, de nuevo, en camino y, de nuevo, se encontraron con la sorpresa de un carnero que ni balaba ni comía.

Inmediatamente sospecharon que aquel pobre animal pasaba por algún trance parecido al de ellos.

Le preguntaron interesados:

¿Qué te pasa para que no te sientas tentado a comer esa hierba tan fresca y sabrosa?

—Si —respondió el carnero-; eso es lo que pretenden los que me han traído aquí: cebarme bien para que dentro de ocho días, en que se casa la hija mayor del amo, pueda estar a punto para ser servido en la mesa del banquete nupcial.

Como en los casos anteriores, los cuatro animales le instaron a que se enrolara en su compañía para escapar de la muerte.

No las tenia todas consigo el pobre carnero temiendo que, tal vez, fuera a parar a manos de algún otro amo que terminara por descalabrarle.

Se resigno al fin, y salieron los cuatro juntos. Tanto caminaron que, para cuando se dieron cuenta, ya se había hecho la media noche.

Fue entonces cuando, en medio de las sombras de la noche cerrada, observaron una luz en la ventana de una guarida de ladrones.

Mordidos por la curiosidad, se acercaron los cuatro animales a la casa.

De pronto, el perro empezó a ladrar.

Todos se mantenían ocultos, memos el carnero que arremetía contra la puerta con constantes testarazos.

Los ladrones se sobrecogieron de terror sospechando que el ataque procedía de otra banda de ladrones enemiga y optaron por esconderse.

El carnero, entre tanto, insistía en sus embestidas hasta que consiguió romper la puerta.

Todos los animales irrumpieron en la vivienda.

Como primera medida, el burro apago la luz con un fuerte soplido de sus narices. A continuación, todos ocuparon los diversos sitios mas estratégicos: el gato junto al fogón, el gallo en la chimenea, el perro detrás de la puerta, el carnero debajo de la escalera, y el burro se aposto junto a

la puerta de la cuadra.

Entre tanto, los ladrones seguían intrigados sin saber a que podían deberse aquellos ruidos. Y así, decididos a salir de dudas, echaron a suertes para ver a quién le correspondía acercarse hasta la cocina.

Habria pasado una hora, cuando el ladrón, en su registro cauteloso, se aproximo al fogón. Sin quererlo, rozo al gato, quién, súbitamente, salto sobre él dejándolo marcado de arañazos. Apenas había tenido tiempo el ladrón de incorporarse tras el ataque del felino, cuando el gallo le encajo el

espolón en un ojo.

Pretende huir de aquel rincón, y siente en su cuerpo las feroces dentelladas del perro.

Al pasar ante la cuadra, le ataca el carnero propinándole todo un surtido de topetazos que le dejan totalmente magullado, particularmente en el vientre.

Busca refugio dentro de la cuadra, y allí le espera, tras la misma puerta, el burro que le propina tal par de coces, que lo deja definitivamente tendido en el suelo.

Los ladrones, al ver que su compañero no volvía de la incursion, temieron por su suerte y desistieron de bajar.

Los cinco animales celebraron la ausencia de los ladrones comiéndose tranquilamente la cena que aquéllos habían dejado preparada.

ANTOLOGIA DE FABULAS, CUENTOS Y LEYENDAS DEL PAIS VASCO.

DE BARANDIARAN IRIZAR, LUIS